La disquería

El domingo conducía por el cinturón cuando puse la radio, no me había enterado aun, José Antonio Labordeta había muerto. Me dejo helado, afectado y pensé: mierda. Justo a continuación pincharon el Canto a la libertad, tema que siempre me pone la carne de gallina. Esta vez no solo se me pusieron los pelos de punta, un escalofrío me recorría los brazos. La grabación era un directo, su voz poderosa, honesta y trasparente me conmovió como nunca y no pude contener las lágrimas. Llevaba unas gafas de sol y en ese mismo momento pensé que debía bajar las ventanillas, subir el volumen a lo máximo y quitarme las gafas para mostrar mis lágrimas como una especie de homenaje personal.
Siempre me gusto Labordeta en su faceta musical. Tengo varios vinilos desde hace muchos años. Me gustan este tipo de cantantes, estos que cantan con las puertas abiertas, que parece estén cantando un himno en cada tema, esos que son capaces de hacer hermosas letras y lanzarlas al espacio con poderosa voz.
También había un componente emocional, cantaba a la tierra aragonesa, a mi tierra, a mi gente, a la gente corriente. Yo no soy de nacionalismos, pero me siento Aragonés. Yo no soy católico pero viva la virgen del pilar. No escucho nunca una jota, pero que emocionante escuchar una jota lejos de tu casa. Soy del Real Zaragoza y el Ebro lo cruzo casi a diario.
Este señor defendía todo de lo que hablo como nadie, no solo por su condición de aragonés si no por su constante lucha contra las injusticias y por la libertad. Defendía tantas cosas en las que creo que el solo hecho de que no esté ya me hace ser más pesimista en creer que algo cambie.
El abuelo definió como nadie Aragón: Polvo, niebla, viento y sol, donde hay agua una huerta, al norte los pirineos, esta tierra es Aragón. Nos levanta en pie con la albada guerrera: Adiós a los que se quedan y a los que se van también, adiós a Huesca y provincia a Zaragoza Y Teruel. Arriba los compañeros, que ya ha llegado la hora, de tener en nuestras manos lo que nos quitan de fuera. Esta albada que yo canto, es una albada guerrera, que lucha por que regresen los que dejaron su tierra. Nos hace ver que llegaran Tiempos futuros y anhelados de manos contra manos izando la igualdad. El abuelo nos ha dejado un canto a la libertad que es un martillo, es un puñetazo de paz contra los malos que siguen ahí, es un canto que habla de un futuro y a la vez nos pide que no bajemos la guardia, que no olvidemos, que nuestros hijos no sean ignorantes a la existencia de José Antonio Labordeta, poeta, cantante, profesor, político verdadero, aragonés de todos los tiempos y por encima de todo un hombre bueno. No creo en Dios, en el cielo, pero si existe algo después de la muerte, si hay un sitio o varios, el sitio en el que esta Labordeta es el sitio al que hay que ir.
Llevamos días de homenajes, de especiales en radio y televisión y me quedo con la opinión de una mañica que contaba que había visto muchas veces a Labordeta por Zaragoza pero jamás le había dicho lo que lo admiraba y ahora se arrepentía. Yo también le vi por Zaragoza, con su gorro y un abrigo de los de siempre y también me arrepiento.
Abuelo, tu siempre estarás aquí, tu eres Aragón.